“Dreams”: un documental sobre la vida onírica de las personas sin hogar

Hoy se estrena la película documental “Sueños”, dirigida y escrita por Marcos Martínez. Una “historia coral” de la vida, los deseos y las frustraciones de las personas sin hogar, basada en historias oníricas que vuelven una y otra vez mientras duermen.

Por Ignacio Marchini | Foto: toma de “Sueños”

¿Con qué sueña una persona que vive en la calle? ¿Tu también sueñas? Puede parecer una pregunta insensible, pero ¿quién no está acostumbrado a ignorar, en el ajetreo de la ciudad, a ese bulto en la acera, a ese individuo que sólo puede romper el hechizo de la indiferencia, en el mejor de los casos, desde la palabra que llama? mirar a la cara?

Este universo ignorado está integrado, en la Capital Federal, por más de 2.500 habitantes, según los últimos datos oficiales (y por tanto incompletos) del censo de personas sin hogar del año 2021, realizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. .

La preocupación por el mundo onírico de los sin techo guió el trabajo de Marcos Martínez, director de la película Sueños, se estrenó hoy, jueves 27 de enero, en el Cine Gaumont, a las 19:30 horas, y en la plataforma Cine.ar Play. Con la pregunta “¿Con qué sueñas?”, Martínez ha armado una “historia coral”, como él mismo define la película, con las historias de vida, frustraciones y anhelos de los sin techo. marcha habló con el productor audiovisual.

¿Cómo te interesaste en este tema y por qué decidiste abordarlo desde el lado de los sueños?

Estaba rebotando una nota que leí sobre la vida en las cárceles, en la que un preso decía, casi como una “máxima carcelaria”, que un preso nunca se despierta cuando duerme porque es el único momento en que está libre. Esa idea del sueño como espacio sagrado, como lugar de evasión, se me ha quedado grabada. Empecé a preguntarme específicamente por la pérdida de la privacidad, más allá de que todas las personas en esa situación hayan vulnerado todos sus derechos fundamentales. Me preguntaba si podían soñar mientras dormían.

Con esta premisa como punto de partida, aún sin saber si habría una película, contacté con algunas personas y organizaciones que trabajan con personas sin hogar todos los días. Encontré algunas cosas que imaginé y otras que me sorprendieron. Eso sí, es muy difícil y muy buscado dormir en la calle. Y en relación a lo soñado, la realidad mezclada con la fantasía, con fantasmas del pasado, con deseos por realizar. Sentí que había una verdad importante, que eran como sueños documentales, una forma de entender lo que viven y sienten, una intimidad más profunda que la que se puede lograr en una entrevista clásica.

La idea de la película siempre ha sido ser unánime, con muchos protagonistas, diferentes edades, diferentes historias. Fíjate también en lo que es la ciudad, su cara B. Dónde esconden sus cosas o cobijas, dónde se lavan, su día a día, cómo sobreviven.

Lazos perdidos y la violencia se repiten en sus historias. ¿Has visto un hilo común en sus sueños?

Sí, como es. Me parece que el tema principal es la ausencia de vínculos, su pérdida. Ya sea familiar o amoroso, estuvo muy presente y tuvo mucho que ver con la vida en la calle. La mayoría obviamente tenía problemas económicos y laborales a sus espaldas, pero también es importante que terminaran en la calle por la pérdida de los lazos solidarios. Se convierte en algo muy deseado: ese padre desaparecido, esa novia ausente. Siempre con la esperanza de que se reconstruya.

Y el otro tema recurrente es claramente la violencia. Es una constante en la calle, desde lo más invisible, como la mirada despectiva, discriminatoria, hasta la violencia física que puede ser la policía, matar a un vecino, discutir con otra gente en la calle por una manta, cosas así. Cuando se van a dormir es un momento de mucha tensión por miedo a que te pase algo, porque te robarán tus cosas. Es por eso que muchos duermen durante el día porque sienten que hay más movimiento.

¿Qué buscabas con la realización de esta película?

La película intenta visibilizarnos, humanizarnos, cuestionarnos. Generalmente sales a la calle y se asimila tanto que hay gente durmiendo ahí, la indiferencia está tan incorporada que casi parece como si fueran muebles. Pasa en esta ciudad y en muchas otras y se espera que haya políticas para revertir esta tendencia pero pasa el tiempo y no pasa. La pandemia ha pasado, y ha sido muy dura, porque algunos de los protagonistas, cuando empezamos a contactar con ellos, estaban muertos o no los encontrábamos. Fue una película muy fuerte de hacer, te impacta.

Con el aislamiento, varios han contactado a un familiar aunque viviera en otras provincias, porque piensan que la ciudad de repente quedó medio vacía y que la gente que vive en la calle sobrevive al movimiento: de los cartones que tira una empresa, de un bar que les da un plato de comida, de alguien que pasa y les ayuda. Entonces, para muchos era desesperante y tenían que encontrar nuevas formas de sobrevivir. Eso de “quedarse en casa” les resultaba ridículo, era estar en el mismo sitio, en la calle. Un mundo muy diferente, en una pandemia donde la higiene era fundamental y no podían acceder a ella.

Más allá de cualquier política social o laboral, que sea necesaria, hay que reconstruir esos lazos, esas redes de apoyo que tenía toda persona que quedó en la calle. Las medidas siempre fracasarán si no se escucha lo que dicen, lo que quieren. Es más o menos lo que la película intenta hacer: escucharlos.

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